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Qué color odian las vacas

Bastante se mencionó de esto. Existe la creencia habitual de que estos animales no aprecian en lo más mínimo el color colorado, pero ¿de qué forma se produce este mito?

Frecuenta pasar que poseemos «intrusos» en el jardín que nos rompen, comen o dejan basura, y no sería la primera oportunidad que mucho más de uno deja su emprendimiento hortícola por motivos como éstos. De ahí que en Infocampo te dejamos métodos para espantar a diferentes géneros de animales del jardín.

Cabe apuntar que un procedimiento puede marchar para múltiples géneros de animales y además de esto, la eficiencia es dependiente no solo de la clase animal sino más bien asimismo de cada sujeto particularmente, en tanto que como entendemos, no todos y cada uno de los perros o los gatos tienen exactamente los mismos deseos, por servirnos de un ejemplo.

La raza del toro bravo

El toro bravo se ha creado durante varios años. Es una raza elegida y criada particularmente para la tauromaquia.

Estos animales proceden de etnias autóctonas que existían en la península ibérica. Los toros, que forman una parte del llamado ‘leño ibérico’, pertenecen a los espectáculos ya hace varios siglos, de una manera u otra.

¿Por qué razón los toros detestan el color colorado?

En estas corridas observamos como el torero transporta una suerte de paño colorado. Lleva por nombre capote, que es el capote que usa el torero para desplazarse en la última una parte de la corrida. La iniciativa es encolerizar al toro con ella.

¿Los toros avanzan contra el color colorado?

Es uno de esos mitos tan extendidos en la civilización habitual. No realice. Los toros no se enojan en el momento en que ven el color colorado, no atacan algo que ven de ese color. Y las vacas asimismo, no nos preocupemos si vamos por el campo con la camisa roja y podemos encontrar una vaca. Una pregunta pertinente sería: ¿los toros ven el color colorado? Bueno, es bien difícil de contestar. Ven un color, que no es el mismo colorado que ven los humanos que no son daltónicos. Explorando un tanto en internet se tienen la posibilidad de hallar medias verdades sobre este mito. Es verdad que los toros no cobran por un color específicamente, pero asimismo dicen en muchas webs que son daltónicos y que ven en blanco y negro. O sea falso, los toros, como otros muchos animales, son dicrómicos. Esto es, tienen la aptitud de desarticular el fantasma de luz en 2 elementos fundamentales y, en dependencia de la proporción de cada uno de ellos, tienen la capacidad de distinguir los diferentes colores. Hasta un límite. Otros animales (como los humanos) son tricrómicos (tres colores fundamentales), con lo que tienen mejores habilidades de discriminación de colores. Ven mucho más tonos de color; lo que para un dicrómico (como un toro) puede ser del mismo color, los diferenciamos separadamente. Aun colores tan distintas como el colorado y el verde, un toro podría observarlos iguales. Pero esto no es exactamente lo mismo que ver en blanco y negro o ser daltónico. Y antes de contentarnos bastante con nuestra «increíble» visión del color, merece la pena nombrar que hay animales tetracrómicos, que van alén de nuestras restricciones y ven colores alén de lo que diferenciamos.

Ahora entendemos que daba igual que el torero llevara el capote verde. Pero, ¿por qué razón embiste el toro en el capote? Esto asimismo lo dicen en muchas webs de internet, conque no creo haber descubierto nada nuevo: atacan el movimiento: atacan la cubierta pues se desplaza. Cierto, y ¿por qué razón? Por el hecho de que he leído y oído frecuentemente que atacan lo que se desplaza, pero eso no responde a el interrogante. La contestación debe ver con el accionar instintivo del toro, en dependencia de su raza (hay una selección genética del toro bravo) y de las condiciones anteriores (se imponen condiciones a fin de que el toro sea belicoso). Está fuera del alcance de este blog detallar el accionar animal, pero las características del aparato visual del toro tienen la posibilidad de argumentar una parte de su accionar. Voy a dar un caso de muestra paralelo, con el que vamos a hacer comparaciones. Imaginemos que compartimos espacio con un orangután. El que, por exactamente las mismas causas que el toro, puede ser condicionado antes a contestar violentamente. El orangután no se comportará como el toro. Si el enorme simio escoge atacarnos sin más ni más, no posee por qué razón aguardar a que hagamos ningún movimiento: nos va a ver realmente bien de lejos y nos atacará sin más ni más. Su sistema visual es muy afín al nuestro, identifica de manera perfecta nuestra forma con aspecto humano (muy similar a la suya) desde una larga distancia. El toro no: si nos movemos suficientemente retardado y retardado, le va a costar distinguirnos de nuestro ambiente. E inclusive si siente movimiento, de nuevo, si nos encontramos suficientemente lejos, posiblemente no logre «distinguirse de su ambiente». Y no es por mala visión cromática (equiparada con nosotros), o por el hecho de que la calidad visual que proporciona el centro del toro sea malísima. La clave se encuentra en el cerebro. El de los primates superiores tiene un lóbulo occipital (la parte encargada de procesar la visión) muy creado. En comparación, la mayor parte de los mamíferos identifican equivocadamente los elementos de su ambiente. Esto quiere decir que con los primates tenemos la posibilidad de confiar bastante en nuestra visión. Tenemos la posibilidad de elegir si algo o alguien es arriesgado para nosotros en función de de qué manera interpretemos su imagen. Un orangután hostil, pero que no nos agrede en relación nos ve, va a cuidar de nosotros. Si hacemos movimientos relajados y deliberados, si probamos una actitud no amenazante, posiblemente el primate no nos realice nada. Pues es con la capacidad de interpretar un ademán hostil, un movimiento amenazante. Un toro es inútil de distinguir tanta sutileza en un movimiento. Puedes comprender qué es un movimiento retardado o repentino, poco mucho más. Tu cerebro no es suficientemente complejo para comprender que agitar una cubierta no es amenazante para él. Como varios animales, no se queda a conocer qué se desplaza precisamente. Calcula la agilidad del movimiento y la distancia a la que está. Por norma general, los animales son buenísimos para calcular distancias, velocidades y tamaños. Prácticamente todos los animales saben qué se aproxima o se distancia, qué tan lejos está y qué tan enorme es. Lo que mucho más acostumbra fallar es distinguir precisamente el contorno, la manera. Entonces el toro hace un cálculo de qué tan cerca está ese elemento. Si nos distanciamos lo bastante del toro, no atraeremos su atención si bien hagamos movimientos bruscos. Y no pues no nos vea, la distancia basta para que no le parezcamos una amenaza. Al estar mucho más cerca, el toro no se detiene a distinguir nuestra forma, ni de qué manera es precisamente ese movimiento. Se da cuenta de un movimiento repentino y toma una resolución. Para bastantes animales, eso significa escapar. Para esos con elementos protectores, puede representar agredir.

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