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Qué es el azar para Nietzsche

En la situacion de Nietzsche, el azar se muestra por medio de la metáfora de una tirada de dados que se refiere a la naturaleza de los hechos en el planeta. Esta naturaleza es entendida aquí por el pensador desde el término de caos.

“Estoy siempre y en todo momento a merced del azar; para ser dueño de mí no debo estar listo”.

El azar puede manifestarse como una acción o en una reacción; pasa espontáneamente, si bien no entendemos por qué razón; deja su huella en aquello en lo que participa. Es un acontecimiento peculiar pues es irreconocible. Detonaciones únicas y también inopinadas en la verdad donde la razón dicta que nada pasa sin una causa. El día de hoy, la ciencia tiene dentro azar en Matemáticas, Física, Biología y Mecánica Cuántica que tiene dentro el azar en la naturaleza. En partículas que no atienden a la razón y en su microscópico cosmos subatómico, van por su sendero en sistemas complejos indeterministas que contrarían el orden predeterminado. Somos un sueño cristalizado, concebido tras consecutivos accidentes y somos el resultado de todos y cada uno de los cálculos inviábles. A la suerte disfraza la ignorancia como un secreto, pero el día de hoy entendemos que no es así. Es solo que todavía no poseemos la aptitud de entender sus motivaciones. El azar tiene su por qué razón y como afirma Nietzsche, la intención es una fuerza que nos desplaza. Desde el presente paseamos hacia el futuro; la intención jamás recula al pasado. No cuadra el pesimismo que Nietzsche revela en el testamento de Schopenhauer que le inspiró en su intención como poder. La intención es un impulso, un salto que siempre y en todo momento nos hace seguir. El paso inicial que ofrecemos en el momento en que nacemos es la intención de respirar. La intención es escencial y obstinada. El azar siempre y en todo momento deja alguna prueba, una huella en los niveles de sus acciones que unicamente se entienden relativamente. Su alcance y secuelas se reconocen a posteriori, sin que se logre ver a priori ninguna prueba de su origen; nuestros sentidos son limitados, en ocasiones equivocados, alteran nuestra percepción, nos tienen la posibilidad de confundir según qué situaciones. El azar se da tanto en los sistemas sencillos de la física tradicional como en los complejos que intervienen en la naturaleza, pues el azar es asimismo armonía y catástrofe. Nuestra vida se desplaza al ritmo diario del hábito, que tiene sitio en la verdad que entendemos y que hemos adoptado en su ficción, configurando el relieve circundante: la verdad identificable.

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