No obstante, en casos como los convocados, es conveniente emplear verbos como declarar, comunicar o hacer llegar, puesto que dictaminar, como apunta el diccionario académico, se emplea en el momento en que una autoridad competente, como un juez, una localidad consejo o un gobierno, escoge, soluciona u ordena algo.
En determinados entornos cristianos extraños a la Iglesia católica, e inclusive en ciertos conjuntos cristianos católicos, semeja estar en rema un género de «oración» donde, con la intención de conseguir provecho, singularmente materiales o sanar anomalías de la salud , personas personas «declaran» o «promulgan» prosperidad material, empleo, curación, etcétera. por ellos mismos, por sus conocidos cercanos o por otros que te solicitan que ores por ellos. Merece la pena preguntarse: ¿es acertado esta clase de oración? ¿Se adhiere o no a eso que Jesús nos enseña en el Evangelio?
Primeramente, tengamos en cuenta que Jesús resalta en los Evangelios como un hombre de oración. Los evangelistas lo muestran con frecuencia orando, y san Lucas resalta esta actitud del Profesor mucho más que el resto. Toda la vida de Jesús encaja en vuestra experiencia de oración. Jesús ora en el momento en que va a tomar una resolución esencial, como en la decisión de los 12 apóstoles (Lc 6, 12-16); se quita con frecuencia a rezar (Lc 5,16); recomienda a sus acólitos sobre la necesidad de rezar siempre y en todo momento y en todo tiempo (Lc 18, 1). Jesús enseña a sus fieles a rezar (Lc 11,1) y les invita a no imitar la actitud insolente de los fariseos, sino más bien a arrimarse a Dios con humildad (Mt 6,5-8).
Lo que la Biblia enseña sobre declarar y promulgar.
Como mencioné anteriormente, esta práctica es parcialmente novedosa. No sé de qué forma se ha practicado durante la crónica de la Iglesia, pero hace unas décadas.
En esta ocasión no vamos a partir de lo que la Biblia enseña particularmente, sino más bien de los pasajes bíblicos mucho más populares que se usan en pos de esta enseñanza y después observaremos si se interpretan como hay que.
¿Está bien declarar y promulgar?
¿Declarar y dictaminar es bíblico? Por supuesto que sí. Todos y cada uno de los días declaramos y decretamos expresiones, así sea según la Palabra de Dios o según lo que nos han enseñado.
Poseemos muchas fuentes de estudio, medramos con personas que emplean muchas expresiones negativas, quizás sean nuestros progenitores, nuestros abuelos, tíos, amigos o vecinos.
Sí, es un hábito arriesgado.
Transcurrido un tiempo, la iniciativa de asegurar cosas se popularizó y halló su rincón en la enseñanza de los falsos profesores y en la “teología de la prosperidad” que emplea patrañas para mentir a la gente a fin de que den dinero a los ladrones religiosos.
Es interesante meditar que lo que digo está hecho… tal y como si Dios fuera mi sirviente o un genio mágico presto a concederme mis deseos si tengo fe (por muy equivocada que sea mi fe). O sea una trampa pues en el «Declaro…» la fe y la seguridad del hombre no está puesta en Dios, sino más bien en lo que él mismo afirma; instantaneamente de declarar las cosas.