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Quién decía que suerte para la desgracia

¿Qué suerte para la desgracia? como tiene humor Pepe Biondi, fue la consecuencia de que la desgracia le acompañara siempre y en todo momento por medio de sus enormes individuos: ?Pepe Galleta?, ?Pepe Curdeles?, o ?Narciso Hermoso?.

En ocasiones tengo la sensación de que vivo en un tupperware y no sé nada. Desde la noche previo, me coloco a ver las novedades globales que logren tener un encontronazo en nuestro mercado, ahora la mañana siguiente trato de estar informado de lo que ocurre de forma local. Lo cierto es que el tiempo es un bien poco que trato de regentar de la mejor forma y existen muchos temas que abandono al punto de, frecuentemente, no entender de qué están comentando.

Pero en un caso así, desde un campo que nada debe ver con Motoblog y su campo, sucedió algo que dejó muchas cuestiones abiertas y que pienso que deberíamos comprobar. La verdad es que ayer por la mañana, mientras que los 2 integrantes de Motoblog iban en sus motocicletas, como siempre y en todo momento con los intercomunicadores puestos, comentando de todo género de temas, mientras que estábamos parados en un semáforo, se nos cruzó una bicicleta, una de esas con Sunra Pedal de asistencia de la marca. Menté la marca y Max me ha dicho, comentando de Sunra, ayer por la noche en un programa de televisión semeja que una pequeña iba arriba de una motocicleta eléctrica, aceleró y la motocicleta se salió.

Los orígenes de la superstición

Como comentábamos en productos precedentes, la sal siempre y en todo momento fué un producto fundamental durante la historia. A lo largo del citado Imperio De roma, sin ir más allá, la sal marina propició la creación de una ruta desde las minas de salitre de Ostia, localidad que en la antigüedad se encontraba ubicada en la desembocadura del río Tíber, y desde nuestra Roma. La llamada Vía Salaria, cuya construcción se remonta a unos cinco siglos a. C., recorría 242 km entre la ciudad más importante y la costa del mar Adriático y su paseo se encontraba custodiado por soldados que recibían una parte de su remuneración en sal (la famosa salarium argentum).

El prominente valor de la sal de forma fácil puede hacernos comprender que dado que cayese al suelo en el transcurso de un trueque o canje fuera considerado prácticamente una catástrofe, el pensamiento de la mala suerte para quien lamentablemente derramara el Bello Tesoro. Y, lamentablemente, la sal es imposible agarrar del suelo tan de forma fácil como un puñado de monedas de oro.

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