Dada la creencia cristiana de que la desaparición es solo una transición y, por consiguiente, al fallecer lo que se hacía era ‘reposar’ y después ‘resucitar’, se reemplazó el término necrópolis por el de cementerio, cuyo concepto así es ‘habitación’.
Como de costumbre en sitios con predominio del cristianismo, cada primero de noviembre incontables personas asisten a los cementerios para conocer las tumbas de sus fallecidos, rezar una oración o llevar flores. Esta tradición se festejaba inicialmente el 2 de noviembre, fecha donde cae el Día de los Fallecidos y que la Iglesia Católica dedica a las ánimas de los finados, pero como no caía en día festivo, se pasó a festejar el día 1
¿Qué afirma la Biblia sobre el desafío por los fallecidos?
¿Es bueno conocer la tumba de un individuo cercano según la biblia? La Biblia nos comunica que en el momento en que moría un individuo cercano, sus familiares lamentaban su muerte e inclusive lloraban.
Enormes hombres de Dios cuyas esposas y familiares murieron, visitaron sus tumbas e inclusive prepararon sitios recurrentes para ser sepultados con ellos.
Nombres usados en la antigüedad.
Entre los distintos nombres con los que los cristianos de los primeros siglos designaban las tumbas de sus fallecidos, el heleno koimētērion o su semejante latino cœmeterium es el más habitual y probablemente el mucho más viejo. No está ni en la Septuaginta ni en el Nuevo Testamento, pero el verbo koimasthai, «acostarse a reposar», «reposar», hace aparición tanto en sentido así como metafórico, este último por norma general en el Nuevo Testamento (en sentido figurado: Mateo 27:52; Hechos 7:60; 13:36; 1 Corintios 7:39; 15:6,18,20,51; 1 Tesalonicenses 4:13; 2 Pedro 3:4; verdaderamente: Mateo 28:13; Lucas 22:25; Hechos 12:6). Si bien la palabra koimētērion es extraña en el heleno viejo (los cretenses, según Ateneo, la aplicaron a una habitación para recibir convidados), cristianos y judíos la empleaban regularmente para tumbas particulares y familiares y para parcelas mucho más enormes. entierro, así sea sobre o bajo tierra. Por otro lado, solo hay un caso incierto de su empleo en una inscripción pagana para un cementerio (CIL, viii. 7543), en frente de miles donde se emplean otros términos. Que el término fue reconocido como un término católico y judío distinto está claro por de qué forma se usó como un término irreconocible en las ordenanzas de los emperadores romanos (Eusebio, Hist. Eccl., VII. xi. 13). Los cristianos de charla latina asimismo empleaban en ocasiones el término accubitorio, que inicialmente significaba (de la práctica romana de acostarse encima de la mesa) comedor. Estas expresiones detallan su relación con la promesa cristiana, que en los fallecidos solo vio a uno durmiendo. Aparte de estas expresiones particularmente cristianas, las inscripciones aportan múltiples otras, de carácter mucho más general, pero asimismo ciertas de menor relevancia, como el hipogæum (o sitio de catagio) para designar pequeños cementerios subterráneos para cristianos y gentiles. Los científicos modernos con frecuencia utilizan este término para designar sitios de entierro subterráneos, con independencia de su tamaño o predisposición. La palabra área asimismo está entre los hablantes de latín, singularmente en el norte de África, y tras De Rossi se volvió común emplearla para todos y cada uno de los cementerios en la vieja iglesia sobre el suelo.
El nombre «catacumba» es mucho más reciente que alguno de los nombrados previamente, pero se volvió común designar cementerios subterráneos no solo para los primeros cristianos, sino más bien asimismo para judíos y otros pueblos. Hace aparición por vez primera con relación a el circo de Majencio cerca de la Vía Apia a las afueras de Roma, en una inscripción con la oración fecit et circum in catechumens. En la situacion de un cementerio católico, no es detectable hasta el año 354, ya que hace aparición como nombre concreto del cementerio de San Sebastián de la Vía Apia, al que estuvo recluído desde hace tiempo. Johannes Diaconus es la prueba mucho más temprana de su app a otros cementerios cristianos tanto dentro como fuera de Roma. Pero aun si en este momento se conoce la palabra, no hay seguridad sobre su concepto original. La teoría mucho más posible es la de Waal, apoyada por Schultze, de que el Circo Majencio y el Cementerio de San Sebastián fueron llamados catacumbas (del heleno kata kumbas, «en el barranco») por el profundo corte que la tierra, incluyendo el Appian Road, aprehende ese punto en una profunda depresión.
Visitas malsanas
Lo que provoca que nuestra visita a la tumba de un individuo cercano no sea bíblica ni saludable es una suerte de necesidad continua del difunto que no se satisface en la fe en Jesús y que se expresa en caminos perjudiciales y que deshonran a Cristo.
La Biblia deja en claro que hay un sentido en el que los integrantes del cuerpo de Cristo, y eso incluye a los integrantes de la familia cristiana, se precisan unos a otros. No deshonramos a Cristo en el momento en que nos ofrecemos cuenta de que otra gente son regalos de Cristo y tienen que representar a Cristo para nosotros. En 1 Corintios 12:21, Pablo afirma: «Y el ojo no puede mencionarle a la mano: ‘No te necesito'». Si precisas; no es acertado que afirmes que no precisas a otra gente que Dios ha desarrollado y puesto en tu vida.