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Cuando alguien muere no se puede barrer

Varias personas que cargan a los fallecidos en los funerales aseguran que el cuerpo se regresa pesado. Asimismo comentan que no hay que tirar la basura ni barrer la vivienda de luto.

Un vecino de Congreso, Buenos Aires, llama a la policía pues siente un fragancia extraño procedente de la vivienda de al costado. Horas después, los agentes tocan el timbre. Absolutamente nadie responde. Rompen la puerta con un hacha. Hallan bolsas de nailon, periódicos, una confusión indescifrable de basura, un catre viejo y, sobre el catre viejo, un cuerpo. Un cuerpo que no es cuerpo: una masa dinámica verdosa que desprende gases que huelen a carne podrida. Un hombre, fallecido cinco días. La policía transporta el cadáver a la morgue judicial.

Algunas semanas después, en la puerta primordial, un conjunto de moscas vuela en frente de la ventana que da a la calle. Las persianas, una vez verdes, están cerradas, repletas de mugre. Una camioneta gris estaciona en un estacionamiento doble. Se baja una mujer de pelo cortito y rubio, vaqueros, remera y lentes de sol. Transporta una maleta de plástico con ruedas, que almacena bajo la ventana. El conductor del turismo, bigote gris, pelo engominado y otra maleta de plástico, hace lo mismo.

Barrido

¿Puedes barrer hacia adentro o hacia afuera? ¡Ya que semeja que sí! Y no solo eso, sino barrer lejos de la puerta trae mala suerte. Según esta creencia, siempre y en todo momento debemos regentar nuestros movimientos de escoba hacia la salida, a fin de que el polvo y la mala suerte salgan de nuestra casa y no del revés.

Seguramente esto lo has escuchado bastante en el hogar. Frente tan contundente y extraña afirmación, indudablemente te quedaste estupefacto y te preguntaste con los ojos muy libres: «¿¿Por qué razón??» y nos encontramos seguros que la única contestación que recibiste fue: “Todo el planeta sabe que es de este modo, que barrer a la noche trae mala suerte”.

Cultura y superstición

Al fin y al cabo, las supercherías no son buenas ni malas en sí mismas. Son buenas para la gente en la medida en que les dejan atribuir sentido a la pérdida, y son dañinos en la medida en que ciertas de estas explicaciones bloquean las tareas del desafío.

Ciertas supercherías están muy arraigadas en ciertas etnias, con lo que el trabajo de desafío con la gente que tienen estas opiniones ha de ser respetuoso y especial, incorporando estas opiniones, reinterpretándolas, legitimándolas y realizando un particular esfuerzo por integrarlas como una parte del desarrollo.

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