7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires su apariencia, ni lo grande de su estatura, por el hecho de que yo lo desecho; por el hecho de que el Señor no mira lo que el hombre ve, por el hecho de que el hombre ve lo que está enfrente de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
Dios mira en tu corazón
«…EL SEÑOR JUZGA LAS RAZONES» (Proverbios 16:2 NVI)
Henry Blackaby cuenta la crónica de un hombre que pensó era realmente bueno y rezaba de esta forma: ‘Señor, algo no está bien. Leo la Biblia, rezo de forma regular, no falto a la iglesia y siempre y en todo momento doy dinero a la caridad; y, no obstante, siempre y en todo momento soy justo. Mi hermano, en cambio, no hace nada de eso y tiene bastante dinero. ¿De qué manera le das tanto a él y a mí tan poco? Tras una pausa, se escuchó una voz que afirmaba: «¡Bueno, eres hipócrita y también insolente!» La Biblia nos comunica: «…Dios resiste a los soberbios y da alegría a los humildes» (Santiago 4:6). El Señor ve las solicitudes de tu corazón y valora tus cimientos.
Cuerpo y alma
La Escritura afirma que el hombre tiene un cuerpo y un alma. El cuerpo es la construcción material física y orgánica del hombre. El alma está compuesta por la cabeza, el corazón, el espíritu y la intención (estos términos con frecuencia se utilizan indiferentemente). El alma es la una parte de la construcción humana que es inmaterial. No obstante, la mayor parte refleja nuestro propósito desarrollado de ser portadores de la imagen de Dios. Entonces, con razón, debemos recordar 1 Samuel 16:7, que Dios no nos evalúa por nuestra fachada. Sin fuerza, sin habilidades. En cambio, busca, conoce y cambia tu corazón.
«Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6). “¡Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón! Pruébame y conoce mis pensamientos! Mira si hay en mí algún sendero grave y guíame por la senda eterna” (Salmo 139:23-24).